Carles Manera. 19/06/2022. Economistas frente a la crisis.
Bulos, mentiras, noticias falsas, tergiversaciones, relatos tóxicos: he aquí una descripción limitada de lo que se divulga, se comunica, se traslada, en distintos ámbitos del mundo de la política. Y también en el caso de la economía.
En la situación actual, las noticias económicas que aparecen en los medios, y los comentarios emitidos por tertulianos y economistas pretendidamente académicos, dibujan panorámicas críticas e incluso apocalípticas. Esto se solía adscribir a plataformas mediáticas conservadoras; pero el discurso, la idea, se ha extendido –en demasiadas ocasiones– incluso a medios poco sospechosos de populismos informativos, con honrosas excepciones.
La contaminación está servida: la toxicidad se expande, con escasos contrapuntos, y penetra –también como un virus– en hogares y empresas. El desánimo se instala. La pregunta es a quién le puede interesar todo esto. Es la mentira como divisa informativa.
En tales coordenadas, la economía del dato es un arma importante. Pero parece que es insuficiente: la víscera domina sobre el conocimiento, muy en la línea que Lakoff nos exponía, hace unos años. Aquel axioma, célebre a principios de los años noventa, de “¡es la economía, estúpido!” cede paso a su contrario: “¡no es la economía, estúpido”!
Y esto por un motivo central: las cifras macroeconómicas, reconocidas por las principales instituciones económicas, no son tan negativas como se suelen presentar. En tal sentido, los medios resaltan sobre todo los indicadores problemáticos, que superan informativamente al conjunto de los que son positivos; éstos se suelen arrinconar o minimizar, aunque tengan mayor relevancia social y económica, frente a otras variables, que nadie niega por su significación y sus contenidos de inquietud y preocupación. Pero que se deben contextualizar de forma más rigurosa.
Los economistas rigurosos deben seguir trabajando para desenmascarar tanto descaro, tanta pirotecnia vacía de contenido, tanta falta de profesionalidad, tanta epidermis aparentemente técnica –en medios de comunicación y en analistas–, tanta tendencia que persigue la inquietud, el desasosiego, el desánimo, y que entronca con esas grandes leyes de la estupidez humana que nos legó el profesor Carlo Maria Cipolla. Y como él decía: dejemos para los estúpidos, con su sonrisa estúpida, la estupidez. Y abonemos el estudio, el análisis serio y el rigor. Para generar un pensamiento económico con un objetivo seminal: el bien de la ciudadanía.
Se puede completar la lectura en el siguiente enlace
https://economistasfrentealacrisis.com/por-un-rearme-de-la-economia-datos-frente-a-manipulaciones/